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domingo, 4 de marzo de 2007


Ciencia y Cine: Una verdad incómoda

No se equivocaron aquellos críticos que la señalaban como favorita para el mejor documental. “Una verdad incómoda”, la cinta sobre los efectos climáticos protagonizada por Al Gore -vicepresidente de los Estados Unidos durante el mandato de Bill Clinton-, se llevó la estatuilla en la noche de los Oscar. Bien dicho se llevó dos. La otra fue a la mejor canción, pero este Oscar no lo pronosticó nadie. Las cosas de Hollywood.

Del largometraje ni pío, mejor lo ven. Mi opinión es que si Gore, en la frustrada campaña para suceder a Clinton, hubiera puesto el mismo interés y pasión que está poniendo en la apocalíptica defensa de la ecología, otro gallo le hubiera cantado. Si entonces hubiera asumido el papel de predicador itinerante y multimedia que ahora protagoniza, la derrota de Florida, quizá, no se habría producido ¿Es entonces lo ideológico, un mero pretexto para lo político? Aunque no se cansa de decir, por activa y pasiva, que su actual lucha “no es una cuestión política, sino moral”, no deja de sorprender lo oportuno de su mediática aparición. Y qué decir de la parodia con Leonardo di Caprio en el escenario, sobre su posible candidatura presidencial por el Partido Demócrata, a las primarias de 2008. Toda una promoción política, digan lo que digan. Y es que esto es “jolivú” ahora, además, ecológico.


Entre la industria y la política.

Pero convencer al superficial Hollywood para que dé un par de estatuillas, no es lo mismo que convencer a Dallas, por decir, o a Washington. No es relevante que, a muy corto plazo, se tome alguna que otra medida industrial, para una pretendida disminución de la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera. Ya sabemos en qué quedan estas cosas. Mera operación de maquillaje. Pero si no es así, ya puestos, bien podía predicar con el ejemplo la misma industria jolivudense, a la que todos los estudios ecológicos nombran entre las más contaminantes de California. Ahí podríamos ver, cuál es el grado de compromiso de la cinematográfica Academia con la climática crisis. Supuesto y supuesta.

Por otro lado. Una cosa es aparecer en una película, protagonizando un ruborizante y autohagiográfico papel, como si fuera lo único que queda entre un agónico hoy y, poco menos que, la extinción de la especie de un cercano mañana. Todo por mor del desprecio hacia la salud ambiental de las malvadas administraciones de Reagan y Bush, por supuesto. Y otra bien diferente, les decía, justificar como político en Washington, por qué entre 1993 y 2001 no hizo nada al respecto, cuando era el vicepresidente designado por Clinton para la cuestión medioambiental.

Qué dirá. Probablemente ni mus. De hecho, la peliculita de marras, permanece silente sobre ese periodo de tiempo ¿Se le habrá pasado? Lo cierto es que el político, por aquellos entonces, estaba bastante ocupado en recaudar dinero de las, ahora perversas y antes benéficas, compañías petroleras y tabaqueras. Será por eso, entonces. Escalofriante hipocresía. Es lo que tiene cuando se dice una supuesta verdad incómoda. Que atrae a muchas incómodas mentiras ya dichas.


Y a todo esto qué dice la Ciencia.

Pues que nunca en la historia del hombre, ha faltado un susto apocalíptico que llevarse al cuerpo. Hace dos o tres décadas se trataba del “invierno nuclear”, se acordarán ¡Qué frío! Después fue la “lluvia ácida”, encargada de dejar nuestros bosques y praderas peladitas de vida. Ya. Luego vino el “agujero de ozono” sobre la Antártica ¿Qué pasó con él? Y así otros muchos, que recordar no quiero. Lo cierto es que son recurrentes, cíclicos, como los viejos milenarismos. Ahora toca el “cambio climático”. Sus únicos argumentos, un compendio de anécdotas enlazadas: el florecimiento de cerezos en New York, la no hibernación de los osos en Moscú, la falta de nieve en Suiza, etc. Una retahíla de sucedidos curiosos que salvan, un poner, un noticiario televisivo. Una muestra de periodismo débil que no profundiza más allá.


La ciencia sí. Y nos dice que sólo se puede hablar de cambio climático cuando los promedios medidos, se repiten con mayor frecuencia e intensidad que en tiempos pasados. Unos tiempos que no son ni un día, ni un mes, ni un año. Sino decenas de años, siglos. J. A. Maldonado y M. Picazo en sus informativos, no se cansan de repetir que, a veces, la situación meteorológica es rara, pero no única. Que ya se ha dado en otros años, sólo que lo hemos olvidado. Pues nada. Yo recuerdo, de pequeño, haber oído a mis abuelos decir que el tiempo estaba loco. Ya porque el verano hubiera sido más lluvioso o frío de lo habitual, ya porque el invierno hubiera sido más seco o templado que otras veces. Ahora sé no estaba loco, era por el cambio climático. Pandilla de ignaros.

Escrito por Carlos Roque Sánchez croque@supercable.es

1 comentarios en Ciencia y Cine: Una verdad incómoda:

Anita dijo...

sinceramemente para mi muy muy merceido, he visto muchos docuemntales sobre cambio climatico y este se las trae, es buenisismo y lo he leído varias veces... muy mercido para mi gusto si señor...

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