
Parece que el bando bueno aprendió mejor
De entrada son conscientes del error cometido, y saben cómo arreglarlo. En el número 2 de Spider-Man Unlimited de 2004, hay una escena que nos hace concebir esperanzas docentes. Es cuando un limpiador de ventanas de rascacielos tiene la desgracia de caer mientras trabaja, y la fortuna de que nuestro héroe se percate de ello, y se lance rápidamente en pos de él.
Dado que parte con una velocidad inicial suficiente -y que adopta con su cuerpo un buen diseño aerodinámico, que reduce el rozamiento con el aire-, en pocos segundos supera la velocidad de caída del pobre hombre, por lo que pronto está a punto de alcanzarlo. Es cuando piensa (cuatro primeras viñetas):
Primer bocadillo: “Y si me balanceo con él agarrado, la diferencia entre nuestros momentos lineales lo partirá en dos”
Segundo bocadillo: “Primero, tengo que ponerme a su misma velocidad. Entonces agarrarlo y balancearme”

Cuarto bocadillo: “Ahora hebra de telaraña”
Bien. En teoría, ya desde el primer bocadillo, parece que el asunto está resuelto y claro. Es una cuestión de variación de cantidad de movimiento. Ya lo hemos tratado en anteriores entregas [14] y [16], por lo que no incidiremos en ella. Empero...
… no lo está del todo
Resulta que en la práctica queda alguna que otra cuestión que, si bien no llegan a ser las oscuras sombras del deslizador Duende, al menos son grisáceas penumbras arácnidas. Me refiero, por ejemplo, al método con el que consigue igualar su velocidad a la del limpiacristales (segundo bocadillo).
Como sabemos por Dinámica, sometido a la omnipresente fuerza de la gravedad, Spiderman bajará cada vez más rápido (movimiento uniformemente acelerado, MUA), de modo que sólo la existencia de otra fuerza mayor y en sentido contrario al de caída, le haría perder velocidad (movimiento uniformemente retardado, MUR).
¿Quién o qué origina esa fuerza? ¿Cómo lo consigue? ¿Quizás nuestro propio héroe, modificando la forma de su cuerpo al caer, para así provocar un mayor rozamiento con el aire? ¿Quizás rozando parte de su cuerpo (por ejemplo los pies, véanse viñetas) con la pared del rascacielos mientras cae? ¿Una combinación de las dos? Puede ser. Porque, en cualquier caso, la resultante de las fuerzas (gravitatoria y de rozamiento) podría tener sentido opuesto al de caída y frenarlo. Pero en el cómic no dice nada, de ahí lo de la primera penumbra. Que no es la única.
Más penumbras

No debemos olvidarnos de la supuesta superfuerza del brazo de Spiderman, que es el que sostiene y balancea a ambos, por el simple hecho de haber sido picado por una araña ¿Recuerdan la ley cuadrado-cúbica de Galileo? Más que grave, éste puede ser un inconveniente insalvable que habrá que tratar a fondo en otra ocasión.
Y por último, en esa misma viñeta, Spiderman, le hace a su acompañante un comentario poco acertado.
Quinto bocadillo: “Agárrate. Estaremos en el suelo en un pis-pas”
O antes de que cante un gallo, como se suele decir también. Un error de cálculo. Lo digo porque si, para simplificar, consideramos al sistema hebra de telaraña-cuerpos un péndulo simple de longitud cincuenta metros (50 m), su periodo de oscilación vendrá dado por la expresión:

Es decir, que tarda catorce segundos en cada oscilación, por lo que si suponemos que, debido al rozamiento pendular, al menos darían unas diez oscilaciones antes de pararse (un cálculo a la baja), esto significa que tendrían que transcurrir entre dos y tres minutos para que la pareja tocara suelo. Lo que no es precisamente un pis-pas.
Máxime si ese tiempo lo mide uno cuando se está balaceando a una altura de varias decenas de metros, abrazado con toda su fuerza a un desconocido que, para colmo, va vestido con una ajustada malla azul y roja y lleva una máscara por tocado, cubriendo su rostro. Una cuestión de tiempo relativo que diría el físico. (Continuará).