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domingo, 6 de mayo de 2007


Ciencia y Cine: La tela de araña, 2002 (Primera parte) [6]

La respuesta a la pregunta con la que finalizábamos la última entrega de Spiderman (La tela de araña, 1962) es negativa. Sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que la cinematográfica solución biológica a la telaraña de Spiderman II, y ya también de la III, es menos fantasiosa que la físicoquímica del cómic de 1962. Desde el punto de vista de la ciencia es mucho más factible y aceptable la mutación genética, como fenómeno causante de los spidermánicos poderes, que la radiactividad nuclear. Y en concreto el de su capacidad para fabricar y expulsar seda de araña.

Eso al menos podemos deducir de los penúltimos logros biotecnológicos. Desde finales del siglo XX, el hombre moderno, aprovechando la capacidad de crear moléculas complejas que poseen los organismos vivos, intenta obtener fibras de seda de araña. De la ciencia-ficción del cómic a la ciencia de la vida real.

Seda de araña

Sin duda se trata de un material de propiedades asombrosas. Perfeccionado por selección natural, a lo largo de cientos de millones de años, está constituido básicamente por una proteína llamada fibroína. Una proteína que las arañas generan en unas glándulas epiteliales modificadas y situadas en el extremo posterior de su cuerpo (en concreto en el ano). Disponen de hasta siete clases diferentes, capaces de producir distintos tipos de seda, para otros tantos usos. Un prodigio de especialización funcional.

Entre otras, la fibroína presenta estas propiedades: es soluble en agua, tiene una elevada masa molecular relativa (alrededor de 30.000), se polimeriza al contacto con el aire, forma agregados que se trenzan formando fibras que resultan ser extremadamente resistentes y elásticas, etc. Un dato al respecto de estas últimas propiedades. Aseguran que la resistencia de un cable de seda de araña, que tuviera el grosor de un lápiz, podría detener a un Boeing 747 en pleno vuelo. Lo que no ocurriría si el cable fuera de acero. Y es que un hilo de seda es mucho más resistente que uno de acero, de similar grosor. Increíble, pero esto no es todo. Además es muchísimo más elástico. Dada su singular estructura molecular, las fibras de seda se puedan estirar hasta veinte veces su tamaño, sin romperse. Y todo ello en un material de origen natural, biodegradable e inocuo. El material más sorprendente de la insólita naturaleza.

Fabricando telarañas

Al seguidor de Spiderman no se le habrá escapado el detalle. Si se comparan las propiedades de la seda del arácnido animal con las del humano arácnido, sus similitudes son abundantes y sorprendentes. Bueno, hay una diferencia evidente. La de la localización de las glándulas excretoras, anal en la araña y muñequera en Spiderman. Una diferencia salvable y de agradecer como lector. Un dato con categoría de anécdota, cuando lo sustancial es que, lo que a mediados del siglo pasado era ficción de cómic, hoy se presenta como posible realidad científica.

No es de extrañar por tanto, que el hombre haya querido inventar un material parecido. Por desgracia con escaso éxito. El sucedáneo artificial más parecido es el Kevlar, la fibra sintética de la que están hechos los chalecos antibalas. Pero. Es tres veces menos resistente y con mucha menos elasticidad. Tiene un elevado coste de producción industrial. Su fabricación implica el uso de altas presiones y temperaturas. Así como de disolventes orgánicos ácidos muy contaminantes. No. En absoluto es comparable esta artificial fabricación humana, con la natural síntesis arácnida.

Arañas de granja

Pero el hombre no ha cejado en su empeño. Y ha puesto en práctica nuevas ideas. Una de ellas, la de criar arañas en granjas. Así, como lo leen. Granjas para araña. Algo parecido a las de gusanos de seda, de tan magníficos resultados. Con la diferencia de que, en este caso, aquellos fueron desastrosos. Resulta que, al contrario que los gusanos, estas fábricas vivas de producir seda que son las arañas, tienen un carácter agresivo y territorial. Una peculiaridad que les impiden estar juntas. Además, en el proceso de mantenimiento de sus telarañas, están comiéndose continuamente las sedas que se van quedado viejas. Así aprovechan su contenido en proteínas. Un económico y ecológico método de reciclado, pero contrario a los intereses humanos. No, una granja de arañas no es la solución para obtener seda con fines comerciales. (Continuará)

Escrito por Carlos Roque Sánchez croque@supercable.es

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