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viernes, 18 de agosto de 2006


Ciencia y Cine: Viaje a la Luna

Con esta noticia damos entrada a una nueva sección de noticias sobre Ciencia y Cine de la mano de croque, espero que os guste y que podamos seguir contando con la colaboración de su autor, os dejo con la noticia.

Se trata de la primera película de ciencia-ficción conocida en la historia del cine y en su versión original, apenas, dura trece minutos. Tiene ya más de un siglo y su frescura, ingenio, brillantez e, incluso, humor se mantienen intactos. Todo un clásico.

Realizada en una época en la que las películas sólo trataban momentos cotidianos de la vida, y no duraban más de dos minutos, con ella George Méliès aborda un género, por entonces, muy popular en la literatura, pero inédito en el cine, la ciencia-ficción. De hecho, la película está basada en las novelas de dos famosos escritores coetáneos: De la Tierra a la Luna y Alrededor de la Luna, de Julio Verne, y Los primeros hombres en la Luna, de H. G. Wells. Méliès está reconocido como el creador de ese género cinematográfico. Verne, Wells y Méliès, un trío de ases visionarios.

Silencio se rueda

En esta película Méliès, que fue el primero en introducir efectos especiales en el cine, emplea todo el repertorio de técnicas inventadas, diseñadas y perfeccionadas por él: las apariciones, desapariciones y mutaciones de un objeto o persona, la superposición de dos imágenes distintas, los ralentíes, la disolución de una imagen en otra para simular el paso del tiempo, la metamorfosis en fondo negro, los desnudos, etc.

El cine no existiría tal como hoy lo conocemos, si no fuera por Méliès. Le debe todo: su lenguaje, su técnica, su constante narrativa, todo. Fue la imaginación de este hombre la que salvó al cine de acabar como un invento más, entre tantos de aquella época. Hizo realidad los sueños de las personas, al mostrárselos en imágenes sobre una pantalla. Con él y su avanzada forma de hacer cine, por fin, la fantasía podía volar a través de la técnica. No en vano, Charles Chaplin lo llamó “el alquimista de la luz”.

El rodaje de la famosa escena de la nave, en forma de bala, incrustada en el ojo derecho de la Luna tiene su historia. El efecto se consiguió filmando primero la cara disgustada de una cantante, Bleinette Bernon, pintada de blanco y cubierta en parte por una luna de yeso; después, sobre el mismo trozo de cinta se filmó el impacto del proyectil contra una luna de yeso, sobre fondo negro. El resultado físico fue que, en la cinta, ambas imágenes se fundieron en una sola, la que vemos en la escena. Una escena que está considerada como el primer gran icono cinematográfico.

Lo que no todos saben es que Méliès filmó otra versión de la escena para la película. En ella, el proyectil, en lugar de estrellarse con un ojo, caía directamente en la boca de la Luna. No se sabe porqué la desechó.

La otra cara de la Luna

Méliès escribió, dirigió, filmó, produjo, coloreó y protagonizó (hace de profesor Barbenfouillis) el filme, para el que no escatimó en medios: construyó lujosos decorados con cartón y terracota; adquirió complejas maquinarias para los efectos especiales; diseñó y realizó un costoso vestuario para los selenitas, cuyas cabezas y pies fueron moldeadas en arcilla y papel maché; contrató a acróbatas, niñas y cantantes del music hall; etc. Una locura de gastos que dispararía el coste de la película a 10 000 francos, una suma grande para la época, cinematográficamente hablando.

Pero también en esto, Méliès, se nos muestra como un adelantado de su época. Y lo hace en dos terrenos. Empresarial. Los beneficios de exhibición superaron con creces a los costes de producción, comenzaba la industria del cine. Artística. Los actores de teatro, que eran renuentes a actuar en el cine por considerarlo un arte menor, vieron que en las películas se ganaba dinero, mucho dinero. Vamos, más del doble y por mucho menos de la mitad de trabajo. Comenzaba un nuevo arte interpretativo. Si lo sabrán los actores de hoy en día.

La película se estrenó el 1 de septiembre de 1902, en el Méliès Théâtre Robert Houdin de París, con una extraordinario acogida entre el público francés. Un éxito que pronto pasó al resto de Europa, llegando a los EEUU en octubre. Era la primera película que obtenía una distribución internacional tan amplia y rápida; también lo fue en tener problemas de plagios y copias ilegales. Ya entonces existían los piratas. El mismo Thomas A. Edison se hizo con una copia pirata, con no recuerdo que excusa. Se lo dije, fue el primero en todo, por eso, el cine le debe todo.

Vamos al cine

En la película, el Profesor Barbeniouillis explica al Congreso Científico del Club Astronómico un plan para explorar la Luna. Un grupo de astrónomos llegarán a ella, en una gran bala espacial que es impulsada por un gigantesco cañón. El proyecto es aprobado y la nave volará a través del espacio, aterrizando justo en el ojo del Hombre en la Luna. Los exploradores salen y observan la apariencia de la Tierra desde la Luna. Comienza una tormenta de nieve, y descienden por... Lo siento, hasta aquí les puedo contar. Ya saben que, bajo ningún concepto, se debe contar una película.

Les dejo con el corto. Disfrútenlo y admírense, sólo lo separan 103 años de La guerra de los mundos de S. Spielberg, basada en una novela homónima de H. G. Wells. Tempus fugit.




Escrito por Carlos Roque Sánchez(croque@supercable.es)

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