(Continuación). Como al personaje público, a nuestro hombre, en lo privado, tampoco tardaron en presentárseles las penumbras. Ya un año antes de empezar a trabajar en Superman, Reeves, había empezado a salir con una mujer casada, Toni Mannix. Siete años mayor que él y esposa de Eddie Mannix, uno de los vicepresidentes de la Metro-Goldwyn-Mayer (MGM), relacionado con la mafia. Eran dos secretos a voces, el adúltero y el mafioso, bien conocidos y mejor silenciados. Un asunto delicado.
No obstante, el triángulo amoroso marchaba sin tropiezos. Al menos hasta que en un viaje a Nueva York, en 1958, Reeves conoció a Leonore Lemmon, una joven de la alta sociedad, conocida por su fuerte temperamento y desmedida afición por las fiestas. El amor prendió en la pareja y pronto, Leonore, se mudó a California para vivir junto a su Hombre de Acero. A partir de entonces Reeves empezó a vivir un calvario. Recibía continuas llamadas anónimas, de día y de noche. Le mataron a su perro Sam. En abril de 1959, conduciendo su Jaguar perdió el control y chocó contra un poste; un mecánico declaró que el freno había sido manipulado. Mal asunto.
16 junio de 1959
Fue el día en el que murió el actor. A la 1:59 horas de ese día, la policía recibió una llamada desde el 1579 de la calle Benedict Canyon, en Los Ángeles. En la planta baja se estaba celebrando una fiesta y los invitados llamaban para avisar de que, el anfitrión, se había suicidado en la planta alta. Pero no se trataba de un suicidio más. La victima era George Reeves, Superman. Según contaron se había acostado pronto pero, molesto por el ruido, bajó para pedir algo de silencio. Luego subió y, ya en su dormitorio, se pegó un tiro.
Estos son los hechos tal como los contó Leonore. De esta bala no se libró Reeves. Tras el análisis forense, la policía declaró que había sido un suicidio. En su tercer intento sí había logrado quitarse la vida. Tenía 45 años. La causa del supuesto suicidio bien pudo ser el declive de su carrera y el encasillamiento en el papel de Superman. Una prueba de esto último la dan los titulares que, tras su muerte, decían: “Superman ha muerto” y no “George Reeves ha muerto”. La paradójica mortalidad de un personaje inmortal. Es lo único que impactó a millones de personas. Pobre George.
Sombras de dudas
Sin embargo la investigación policial ofrece puntos poco claros. A saber. La mayoría de los suicidios no se producen en casas llenas de gente. El actor fue encontrado desnudo, de espaldas. No hubo manchas de pólvora en la sien, lo que sugiere que el disparo se efectuó a cierta distancia. Las huellas dactilares de Reeves tampoco fueron encontradas en el arma. Y, por si fuera poco, la policía descubrió moretones en todo el cuerpo. Además la autopsia reveló que había muerto a las 1:15. Hasta las 1:59 que llamaron los invitados ¿qué pasó?
Por último, una versión no confirmada asegura que, unos días después, la policía halló dos orificios de bala en la moqueta que cubría el suelo donde fue encontrado el cadáver. Se habían producido con la misma arma que había matado a Reeves, una Luger automática. Una de las balas había atravesado el suelo y estaba alojada en el revestimiento del salón, en el piso inferior. La otra se encontró en una viga del techo. Pero en el dormitorio sólo se encontró un casquillo. Demasiadas preguntas sin respuestas ¿Fue un suicidio?
Otras versiones
La madre de George se negó a aceptar la versión policial. Mantuvo el cuerpo de su hijo en una cripta temporal durante ocho meses, a la espera de que un investigador privado encontrara alguna evidencia nueva. Pero nada. Ni que decir, que la muerte del actor desató la imaginación de la gente. Sus amigos sostenían que fue asesinado por orden de Eddie Mannix, por la infidelidad de su mujer. Otros decían que fue la propia Toni quien, presa de los celos, contrató a un matón para que lo liquidara. Incluso algunos acusaron a la propia Leonore de haber sido la autora del disparo (o disparos) en un ataque de furia. Él se negaba a casarse con ella ¿Asesinato o suicidio? Enigma.
Lo cierto es que, al final, los cuernos o la depresión pudieron más que la kriptonita y que, casi cincuenta años después, no parece que podamos saber algo más sobre esta tragedia. Cuando la ciencia no puede investigar, sólo de conjeturas se puede hablar.Sin comentario la ridícula idea acerca de una pretendida maldición de Superman, al estilo de la de Tutankamón. Otra memez paranormal que intenta relacionar el parecido de los apellidos de los actores, Reeves y Reeve, y sus trágicas muertes. O los supuestos extraños fallecimientos de otros actores de las distintas versiones radiofónicas, televisivas y cinematográficas del personaje, que en el tiempo han existido. Beocias de magufos. Fraudes de desalmados. Negocios de vividores de la credulidad humana. Ya saben, ficción.
Lo único real de todo es que, en el cementerio de Pasadena (California) hay una urna con un epitafio sencillo y conmovedor: “Para mi querido hijo: Superman”. La mandó inscribir su madre. Dentro están las cenizas de Reeves. A su lado, ahora, reposan las de ella. Amor de madre. Único.
Escrito por Carlos Roque Sánchez croque@supercable.es
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No obstante, el triángulo amoroso marchaba sin tropiezos. Al menos hasta que en un viaje a Nueva York, en 1958, Reeves conoció a Leonore Lemmon, una joven de la alta sociedad, conocida por su fuerte temperamento y desmedida afición por las fiestas. El amor prendió en la pareja y pronto, Leonore, se mudó a California para vivir junto a su Hombre de Acero. A partir de entonces Reeves empezó a vivir un calvario. Recibía continuas llamadas anónimas, de día y de noche. Le mataron a su perro Sam. En abril de 1959, conduciendo su Jaguar perdió el control y chocó contra un poste; un mecánico declaró que el freno había sido manipulado. Mal asunto.
Fue el día en el que murió el actor. A la 1:59 horas de ese día, la policía recibió una llamada desde el 1579 de la calle Benedict Canyon, en Los Ángeles. En la planta baja se estaba celebrando una fiesta y los invitados llamaban para avisar de que, el anfitrión, se había suicidado en la planta alta. Pero no se trataba de un suicidio más. La victima era George Reeves, Superman. Según contaron se había acostado pronto pero, molesto por el ruido, bajó para pedir algo de silencio. Luego subió y, ya en su dormitorio, se pegó un tiro.
Estos son los hechos tal como los contó Leonore. De esta bala no se libró Reeves. Tras el análisis forense, la policía declaró que había sido un suicidio. En su tercer intento sí había logrado quitarse la vida. Tenía 45 años. La causa del supuesto suicidio bien pudo ser el declive de su carrera y el encasillamiento en el papel de Superman. Una prueba de esto último la dan los titulares que, tras su muerte, decían: “Superman ha muerto” y no “George Reeves ha muerto”. La paradójica mortalidad de un personaje inmortal. Es lo único que impactó a millones de personas. Pobre George.
Sin embargo la investigación policial ofrece puntos poco claros. A saber. La mayoría de los suicidios no se producen en casas llenas de gente. El actor fue encontrado desnudo, de espaldas. No hubo manchas de pólvora en la sien, lo que sugiere que el disparo se efectuó a cierta distancia. Las huellas dactilares de Reeves tampoco fueron encontradas en el arma. Y, por si fuera poco, la policía descubrió moretones en todo el cuerpo. Además la autopsia reveló que había muerto a las 1:15. Hasta las 1:59 que llamaron los invitados ¿qué pasó?
Por último, una versión no confirmada asegura que, unos días después, la policía halló dos orificios de bala en la moqueta que cubría el suelo donde fue encontrado el cadáver. Se habían producido con la misma arma que había matado a Reeves, una Luger automática. Una de las balas había atravesado el suelo y estaba alojada en el revestimiento del salón, en el piso inferior. La otra se encontró en una viga del techo. Pero en el dormitorio sólo se encontró un casquillo. Demasiadas preguntas sin respuestas ¿Fue un suicidio?
La madre de George se negó a aceptar la versión policial. Mantuvo el cuerpo de su hijo en una cripta temporal durante ocho meses, a la espera de que un investigador privado encontrara alguna evidencia nueva. Pero nada. Ni que decir, que la muerte del actor desató la imaginación de la gente. Sus amigos sostenían que fue asesinado por orden de Eddie Mannix, por la infidelidad de su mujer. Otros decían que fue la propia Toni quien, presa de los celos, contrató a un matón para que lo liquidara. Incluso algunos acusaron a la propia Leonore de haber sido la autora del disparo (o disparos) en un ataque de furia. Él se negaba a casarse con ella ¿Asesinato o suicidio? Enigma.
Lo cierto es que, al final, los cuernos o la depresión pudieron más que la kriptonita y que, casi cincuenta años después, no parece que podamos saber algo más sobre esta tragedia. Cuando la ciencia no puede investigar, sólo de conjeturas se puede hablar.Sin comentario la ridícula idea acerca de una pretendida maldición de Superman, al estilo de la de Tutankamón. Otra memez paranormal que intenta relacionar el parecido de los apellidos de los actores, Reeves y Reeve, y sus trágicas muertes. O los supuestos extraños fallecimientos de otros actores de las distintas versiones radiofónicas, televisivas y cinematográficas del personaje, que en el tiempo han existido. Beocias de magufos. Fraudes de desalmados. Negocios de vividores de la credulidad humana. Ya saben, ficción.
Lo único real de todo es que, en el cementerio de Pasadena (California) hay una urna con un epitafio sencillo y conmovedor: “Para mi querido hijo: Superman”. La mandó inscribir su madre. Dentro están las cenizas de Reeves. A su lado, ahora, reposan las de ella. Amor de madre. Único.
Escrito por Carlos Roque Sánchez croque@supercable.es
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1 comentarios en Ciencia y Cine: Hollywoodland (y II):
Pues no se cuánto de documentada está la película, pero a la madre la pintan como una bruja egoista y aprovechada.
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