Atención

El blog ha cambiado de dirección. En breves segundos serás redireccionado a la nueva dirección. Si no te carga automáticamente, haz clic aquí: http://blogdesuperheroes.es/

Atención


martes, 19 de septiembre de 2006


Ciencia y Cine: Superman (3)

Rumbo a la Tierra


El propio Jor-El, padre de Superman, nos dice en el relato dónde se encuentra Kryptón y la astronómica distancia que tendrá que recorrer su hijo Kal-El, futuro Superman, hasta llegar a la Tierra. Y no está, precisamente, a la vuelta de la esquina, pues ha de atravesar, nada más y nada menos, que seis (6) galaxias. Si consideramos ciertos datos cosmológicos, como el tamaño de las galaxias y la distancia entre ellas; algunas consideraciones de física relativista, como el límite de la velocidad de la luz (unos 300 000 km/s), la dilatación del tiempo a velocidades cercanas a la misma y los años que parece tener Superman al llegar a la Tierra; y las últimas aportaciones termodinámicas sobre el supuesto mecanismo criogénico que debe llevar la nave, para congelar a su ocupante y sumergirlo en hibernación. Teniendo en cuenta todos estos considerandos, lo cierto es que se obtienen unos resultados más bien sorprendentes. Uno de ellos, la duración del viaje. No en vano Kryptón está a tres millones de años-luz de la Tierra, lo que hace que, para un observador externo a la nave, aquél sea de, prácticamente, unos 10 millones de años. Algo humanamente inabordable desde el punto de vista temporal y que plantea dos grandes interrogantes: ¿Cómo sabía Jor-El qué especie animal poblaría la Tierra cuando su hijo llegara, estando tan, tan lejos? ¿Cómo llegó Superman tan niño a la Tierra, después de estar tantos, tantos años viajando?

Rappeliana premonición

Todos sabemos que la luz proveniente del Sol tarda unos ocho minutos en llegar hasta nosotros, no es instantánea aunque sí lo más rápido que se conoce en el universo conocido. Es decir, que cuando el sabio científico Jor-El enfocó su telescopio hacia la Tierra, lo que pudo contemplar fue el aspecto que tenía el planeta tres millones de años atrás, que es lo que había tardado la luz en llegar hasta al telescopio. Y claro, por esos tiempos no existía, todavía, ninguna civilización humana, por la sencilla razón de que no existíamos los seres humanos como tal. Como mucho, unos primates terrestres de los que surgirían los homínidos y de entre éstos, al final, los Cromagnon que prevalecerían ante los Neanderthal. Un camino evolutivo entre millones posibles.

¿Cómo supo Jor-El la dirección que tomaría, algo tan aleatorio como, la evolución de las especies? No se sabe. Pero, desde mi punto de vista, hay una explicación. Más que una genialidad científica, lo que este buen hombre tuvo fue una premonición esotérica. Una visualización tipo Rappel que le puso en aviso sobre la supremacía humana (como los kryptonianos, qué suerte) en el planeta Tierra, para cuando su hijo arribara, precisamente, en Smallville, EEUU de América, allá por los años treinta. Qué puntería, oiga.

Deformación espacial o hiperespacio

En lo que respecta a una explicación científica del tema del transporte intergaláctico, como puede imaginar, tampoco faltan dificultades y problemas. Casi mejor tirar de algunas de esas Cosmogonías del Futuro elaboradas por la ciencia ficción. Es un asunto de complejidad casi insuperable, a menos que se encuentre algún truco pseudotecnocientífico para solventarlo. Hablo de buena ciencia ficción, muy lejos del patético e ikerizado Cuarto Milenio (tito tatin totin totin).

Y lo bueno es que existe un truco, uno además bueno. Una solución incorporada desde hace tiempo a las convenciones implícitas de la ciencia ficción, que es todo un clásico: el hiperespacio. Un tipo distinto de espacio en el que las naves pueden tomar una especie de atajo, para ir de un punto a otro del espacio normal, tardando por tanto menos. Un atajo que se produce porque este hiperespacio tiene más dimensiones, por lo que puede ser “doblado”. De modo que, dos puntos distantes en nuestro espacio tridimensional resultan ahora cercanos en éste por ser un espacio tetradimensional. Nos puede servir de modelo comprensivo para este atajo espacial del hiperespacio, el acercamiento que experimentan los vértices opuestos de un folio -separados por su diagonal cuando está extendido (espacio normal)- si los aproximamos, disminuyendo la distancia entre ellos (hiperespacio). (Continuará)

Escrito por Carlos Roque Sánchez(croque@supercable.es)

Noticias relacionadas

Ciencia y Cine: Superman (2)
Ciencia y Cine: Superman (1)

0 comentarios en Ciencia y Cine: Superman (3):

Publicar un comentario