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sábado, 30 de septiembre de 2006


Ciencia y Cine: Einstein y Charlot

Einstein y Charlot se conocieron en 1931, a bordo del barco que los llevaba a los EE.UU. Cuando Charles Chaplin estrenó su película Luces de la ciudad, el matrimonio Einstein fueron sus invitados de honor. Tuvo lugar en la noche del 30 de enero de 1931, en el nuevo y fastuoso teatro Los Ángeles de Broadway. En este film, Chaplin introdujo por primera vez el sonido, el mismo que, paradojas de la vida, tanto había combatido al principio.

El estreno fue todo un acontecimiento con gran repercusión social. La gente aguardaba la llegada de las estrellas desde las tres de la tarde. Se colapsó el tráfico, hubo rotura de escaparates, ... Tal fue la multitud que se agolpó en las proximidades del teatro, que tuvieron que acudir escuadrones de la policía a caballo. Incluso estuvieron a punto de usar gases lacrimógenos para controlarla. Según los ecos de sociedad, en el estreno, al que acudieron las más rutilantes estrellas de Hollywood, el matrimonio Einstein recibió una de las ovaciones más prolongadas al entrar en el auditorio. Estrella entre estrellas.

(Charlot y Einstein)

Fue mientras llegaban al estreno, con la muchedumbre agolpada junto al coche que apenas podía avanzar, cuando el físico un poco desconcertado le preguntó al cómico: “¿Qué significa esto?”, a lo que, éste, contestó con un rictus de amargura: “Nada”. Vanitas vanitatis cinematográfica escarmentada. Por el contrario Einstein, en su sencillez, nunca comprendió la atracción que ejercía sobre la gente. En 1944 manifestaba algo perplejo: “¿Cómo es que nadie me entiende, pero le gusto a todo el mundo?”. De los años treinta es también la anécdota según la cual, Einstein, elogió a Charlot diciéndole:
- Lo que he admirado siempre de usted es que su arte es universal; todo el mundo le comprende y le admira.
A lo que el actor replicó:
- Lo suyo es mucho más merecedor de respeto; todo el mundo le admira y prácticamente nadie le comprende.
La réplica no debió caer en saco roto. Años más tarde Einstein afirmaba durante una entrevista: “No has entendido realmente algo, hasta que no eres capaz de explicárselo a tu abuela”.

Expediente Einstein

No es un hecho muy conocido que el FBI vigiló al científico, llegando a abrirle un dossier de casi dos mil páginas. En lo sociopolítico, no corrían buenos tiempos en los EEUU. La campaña anticomunista del senador J. McCarthy se encontraba en su punto más álgido. Pero a Einstein no parecía importarle, y hablaba valientemente contra semejante amenaza a la libertad intelectual. Precaución. La situación era delicada para él. No en vano se manifestaba como un ferviente pacifista, un socialista convencido y un crítico del racismo. Preocupado por la libertad de pensamiento y de expresión, escribió el siguiente aforismo: “En el reino de los buscadores de la verdad no hay ninguna autoridad humana. Quien intenta erigirse en magistrado provoca la risa de los dioses”. Filosófico, lúdico y poético.

Sin razón, el gobierno le creía vinculado al espionaje soviético. Sólo la fama mundial que tenía, y su prestigio como científico, mantenía a raya a la inquisición mccarthiana. Pero el pánico rojo, que inundó los EEUU a comienzos de los cincuenta, llegó a ser casi una histeria colectiva. Einstein no debía ser tan despreocupado. Caución. En el Expediente Einstein, alrededor de 1953, aparece la relación del físico con Charlie Chaplin, otro subversivo, peligroso, comunista y antipatriota según el FBI. Los calificaba de “grandes amigos” e instigadores por parte del espionaje soviético. En fin.

Escrito por Carlos Roque Sánchez(croque@supercable.es)

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